LA CASA EN LA PRADERA
Ella pasa desapercibida en la vorágine de la urbe, es como un anacronismo que no se quiere entregar al mundo desigual. Es la pequeña casa en la pradera, que está sola y desamparada en un árbol pequeño de una plaza de mi ciudad, esa que me vio nacer, correr, reír, llorar y vivir a pleno sol. Es una pequeña casita que por fuera no dice nada, pero por dentro lleva la magia de controlar en forma subrepticia, el desborde descontrolado de la eclosión y proliferación de plagas, que desestabilizan el ecosistema propio de la naturaleza. Son construcciones sólidas pensadas con argumentos técnicos y científicos, de largos estudios bajo el microscopio y observaciones directas, del comportamiento único de reacciones químicas de insectos alados que invaden nuestro metro cuadrado. Casita inocente en la pradera, tu trabajo es silencioso paralelo a la gran urbe, resistiendo el frío, calor, la lluvia y el viento, sintiendo la mirada del humano que solo ve en ti, un pedazo de madera colgado de un árbol, como un volantín atrapado por en su loca carrera por los aires..... Gracias